A quienes se decanten por el whisky sin soda.
A quienes defiendan el sexo sin boda.
A todos aquellos a los que les sobren los motivos.

Bienvenidos a mi hogar, dulce hotel.


miércoles, 18 de febrero de 2009

Reflexiones de domingo amargo.



Hoy el amanecer es aún más oscuro que la noche que lo precedió. Hoy se tiñen de negro y gris todos los sentimientos, todos los recuerdos, que me anidan en el pecho. Hoy guardan luto mis pensamientos, y un par de lirios muertos forman un lazo alrededor de mi alma, ahogándola, oprimiéndola.


Azabache y ébano. Todo es ébano y azabache a mis ojos hastiados de colores y mentirosas alegrías; la verdad es dura, y duele, la verdad es negro golondrina, la verdad, sin piedad ni decoro, me apuñala de frente, me destruye los sueños, me deja vacía cual cáscara de nuez.


Dagas, dagas tengo en el corazón, de lado a lado atravesadas, armas de empuñaduras grises de hueso, malignos arabescos en el envés, y filo acerado, y puntas envenenadas, como colmillos de malvado áspid.


¡Un áspid! Una sierpe, una mamba, llevo enroscada al cuello, descansando su sabia cabeza en mi oído... Me canta desgarradoras historias de voces sin dueño, de sombras sin cuerpo, de pensamientos inconexos sin mente que los esboce, y también al contrario, de cuerpos mudos con enormes cerebros sin pensamiento alguno. Sin voz, ni voto.


¿Qué más queda hoy, si no llorar? ¿Qué más? ¿Qué otra cosa se puede hacer, cuando amaneces, y eso sólo parece una prolongación de la oscura (¡Negra!), y helada noche? ... Llorar, mientras mi compañero áspid que ni a sol ni a sombra me abandona, susurra empalagosos y falsos consuelos ¡Porque todo lo bonito es eso! ¡Falso! La vida no es otra cosa que un camino de rosas, preciosas, falsas rosas, sobre las que paseamos descalzos. Y la realidad se presenta en forma de espina. O de ojo negro de mirada asesina. Que en el fondo, dice mi sierpe, viene a ser lo mismo.