Azul, inmenso, bravo y precioso. Suave como la seda, frío como el hielo. Salado, igual que el sudor de tu espalda. Espumoso, igual que la cerveza dorada en mi mano y en la jarra.
Arena deshaciéndose en los pies, el sol calentándome la frente, tu mirada ardiente en la retina, y tu lengua en mi boca.
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