Tú y yo. Maestro y alumna. Kalash y Malak.
Hoy ya no eres mi secreto a voces.
Hoy me muero por hablar contigo.
Hoy te quiero, Kalash; hoy me muero por verte, por tocarte, me muero por oír tu voz llamándome, en susurros. Hoy me muero por que me mires y saber exactamente qué estás pensando, y qué no dices para no herirme, herirnos.
Hoy me muero por oír un malak de tus labios, que lo digas ahogadamente; que me mires a la cara y no apartes los ojos mientras finjo que no me doy cuenta; que me sonrías, y se me olvide que volverás a Valencia.
Hoy me muero por hablar contigo.
Hoy te quiero, Kalash; hoy me muero por verte, por tocarte, me muero por oír tu voz llamándome, en susurros. Hoy me muero por que me mires y saber exactamente qué estás pensando, y qué no dices para no herirme, herirnos.
Hoy me muero por oír un malak de tus labios, que lo digas ahogadamente; que me mires a la cara y no apartes los ojos mientras finjo que no me doy cuenta; que me sonrías, y se me olvide que volverás a Valencia.
Eres fugaz. Eres efímero. Vienes, y te vas; nunca te quedas, y sin embargo, me llenas como nada. Aunque no afrontemos la verdad a la cara, aunque las horas a tu lado las perciba como segundos.
Hoy la impaciencia se apodera de mí... Llevaba tantos meses ansiando escuchar esas palabras, que son mucho más que una promesa de verte en un futuro cercano.
Hoy, a pesar de las dificultades, siento más que nunca que eres mi alma gemela.
Hoy, más que nunca, te quiero.